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Pueblos y Balnearios « Historia de Aguas Dulces

El balneario Aguas Dulces en sus orígenes se perfiló, quizás, con características únicas y atípico respecto a otros balnearios de nuestro país. Previamente a su urbanización era un conjunto de viviendas de paja, junco y troncos en las arenas fiscales y los médanos. Luego por 1930 se efectuó la plantación de árboles tales como pinos, acacias y eucaliptos, de esta manera se mezcló otro ingrediente al paisaje del balneario. Estos elementos fueron dando una estampa singular a Aguas Dulces a través del tiempo.

Las primeras viviendas construidas en la costa fueron, como reseñábamos previamente, de paja, juncos y sobre palos –denominadas palafitos- donde el agua de mar iba y venía. Esta imagen fue motivo de numerosas postales que nos identificaron por mucho tiempo y por diversos lugares del planeta. Muchas de ellas tuvieron nombres sugestivos y uno de los últimos testimonios que nos quedaron hasta hace poco fue DE PURO GUAPO, que durante mucho tiempo desafió los embates del mar hasta que un día no tuvo la fuerza necesaria y se rindió para siempre a un océano embravecido. Este fue uno de los numerosos ejemplos de la costa aguadulceña.

Origen del balneario
El origen del balneario Aguas Dulces o Agua Dulce se remonta al siglo 19, es decir allá por los 1800 y pico, el Profesor Jesús Perdomo publicó en el diario local El Palmareño sendos artículos sobre la fundación u orígenes del balneario: “Quien primero descubrió y divulgó el dato fue Pocha Faget: el próximo mes de enero de 2001 Aguas Dulces cumple oficialmente cien años. En efecto, el Acta de Comisión Auxiliar de San Vicente –con fecha 31 de enero de 1901 anota: “Varios vecinos protestan por el cierre de una portera propiedad de don Amabilio Olivera, cobrando peaje a los transeúntes que transitan con dirección al paraje conocido por Aguas Dulces, sin haber éste llenado los requisitos que la ley del código rural señala...”

“El sentido común nos indica que, si por 1901 ya había tránsito de personas hacia y desde el paraje conocido por Aguas Dulces quiere decir que el origen del núcleo-balneario viene de atrás...”, acota Perdomo.

Don Mario Ubal Olivera brindó referencias desde cuando se veraneaba en Aguas Dulces, y al respecto afirmó: “mi abuelo falleció en el año 1886 y fue de los primeros veraneantes y se llamaba Gabino Ubal Ortiz, oriundo de Florida, siendo joven se radicó en esta zona”. éste llenado los requisitos que la ley del código rural señala...”

Con relación a las dificultades planteadas para ingresar al balneario, recogemos del artículo del Profesor Jesús Perdomo lo siguiente: Doña Serafina González, tía de Amabilio aconsejaba a su descendencia allá por 1900, no les cierren las porteras a esa gente. Vienen por los niños y gente enferma que necesitan de la playa para curarse.

¿Por qué Aguas Dulces o Agua Dulce?
Sobre el origen del nombre del balneario se afirma que es a consecuencia de manantiales de agua dulce existentes en diversos puntos de la ensenada de Castillos y en las proximidades del cerro Buena Vista en el sistema de dunas entre Valizas y Cabo Polonio. Estos lugares eran puntos de referencia de las embarcaciones que surcaban esta parte del Atlántico en épocas de la conquista y colonial, y atracaban en la Ensenada de Castillos para suministrarse de este vital elemento y continuar viaje. Por ejemplo, quien no recuerda las cachimbas del balneario construidas con una barrica de madera y cuántas veces bebimos de esa agua?.

Existe una dualidad en cuanto al nombre, algunos lo indicaban en singular, otros en plural.
En el Diccionario Geográfico del Uruguay 1ª y 2ª Edición de Orestes Araujo, el nombre siempre está en plural: AGUAS DULCES. Estas publicaciones datan de 1900 y 1912 respectivamente.

Perdomo señala en El Palmareño (medio de comunicación, del cual se tomó esta información) esta curiosidad: ...En diciembre de 1924 se hace referencia –clarita la letra– a el Agua Dulce, sin S, como dice la gente vieja en singular absoluto” y así algunos años más aparece en diversos documentos.

En el libro ÍNDICES URUGUAYOS – Sección Rocha de noviembre de 1936 en la página 160 se refiere al balneario AGUA DULCE y relata: “Amplitud extrema de mar y tierra. Las rocas huyeron de este lugar, para evitar el contraste que significarían sus moles abruptas, con la diafanidad simplista de esta costa que el mar acaricia mansamente en una extensión de varios kilómetros”. Y al final de este artículo indica: “en la estación balnearia acostumbra a instalarse allí un pequeño restaurante que hace las veces de proveedor para los veraneantes. Las construcciones son aquí rudimentarias, lo cual obliga a las gentes a vivir una vida sana y sencilla...”

El acceso al balneario
De los numerosos diálogos hemos rescatado que a fines del último cuarto del siglo 19 hasta promediar la década del 40, los vehículos empleados para ingresar a nuestro querido balneario fueron a tracción a sangre, con el esfuerzo de caballos y bueyes, como ser carretas, carros, sulkys.

Además existieron empresas de transporte de pasajeros en carros de cuatro ruedas y entre ellas podemos recordar a las de Amonte y Vigliola, y Gómez Hermanos.

Don Mario Ubal Olivera recuerda que por el año 1935, el vecino Rufino Cuadrado instaló un puente hecho con desorillos de madera atados entre sí con alambres, sobre un terreno anegadizo, entre las propiedades de Ramón Romero y Claudio Sena con el fin de que ingresaran los primeros vehículos motorizados al balneario. Estos eran unos Ford T ó Ford a “bigote”, era una verdadera aventura transitar por el camino viejo a Aguas Dulces.

No solamente se transportaba pasajeros en los diversos vehículos que hemos mencionado, también alimentos, utilería para la cocina y diversos elementos de uso diario y personal.

Don Eduardo Torres recordó que en el año 1917 siendo niño se trasladó desde El Maturrango a Aguas Dulces en una carreta tirada por cuatro yuntas de bueyes. El viaje duró todo un día y lo rememoró de esta manera: “La carga era grande y pesada, llevábamos leña, carbón, enseres de cocina y alimentos. Para poder entrar al balneario tuvimos que conseguir otra yunta de bueyes para ayudar a cinchar a los que traíamos, de yapa había que poner un caballo adelante”. Don Eduardo aclaró “Los animales venían cansados y las arenas eran tan sueltas que no se conocía ni un solo pasto, la carreta se enterró hasta media rueda. Estrenamos el ranchito, era nuevo, recién hecho”.

La nueva ruta
A mediados de 1940 a 1950 se construyó la actual ruta 16, la que une a Castillos con Aguas Dulces, lo que llevó a que el tránsito fuera más fluido y el transporte colectivo sufrió modificaciones, se empezaron a utilizar camiones, camionetas, taxis y ómnibus.

Vamos a recordar a algunos de ellos, pero fueron muchos más y están probablemente en la memoria colectiva: las excursiones domingueras cuando se viajaba en el ómnibus de don Andrés Dávila y Ángel Saldain apodado cariñosamente “El Abuelo”, Clecisio Rocha en su camioncito, Leonidas “Toto” Castellanos en su camioneta, Ademar “Pandimillo” González en su Crysler negro, que oficiaba de taxímetro, los campamentos debajo de las acacias y al lado de los médanos de la costa, por ejemplo donde hoy está el quiosco El Zorro y el restaurante La Posada del Mar y donde está la Terraza.

Las Lagunas
Aguas Dulces nació rodeada de pequeñas lagunas, esteros y aún hoy subsisten algunas de ellas. Podemos recordar la laguna “De las Lisas” próxima al Gainford, y las más cercanas del balneario fueron las lagunas “De los Ahogados”, “De los Cuadrado”, “Clotilde Brioso”, “De los Capinchos” y los esteros “De Juanillo” y “De los Cuadrado”, y en las inmediaciones también había un corral de palmas.

Don Eduardo Torres recuerda: “Íbamos a buscar agua a la Laguna de los Ahogados, era muy grande, ya se habían ahogado dos hermanos que fueron a bañarse, cuando sentimos unos gritos y vimos que venía uno a toda carrera”. En esta ocasión un carrero de apellido Sánchez que hacía fletes en un carro tirado por tres caballos desde Castillos a Aguas Dulces, se aproximó a la laguna a dar de beber a los equinos, y Torres lo recordó así: “ese día hacía mucho calor y los caballos venían rabiosos de sed y se tiraron nomás, el lugar era barrancoso y se clavaron de cabeza con el carro, el hombre y todos los caballos se ahogaron”.

Las viviendas
En un entorno de médanos, espejos de agua y esteros, Aguas Dulces fue creciendo sin ningún plan de urbanización, primero la costa se fue sembrando de ranchitos de paja, totora, juncos sobre palos, nos referimos a los palafitos, en una actitud osada, desafiante con el océano pero un deleite para sus moradores, tribuna privilegiada para apreciar un amplio y diáfano horizonte en los mejores días de verano. O sufrir la aterradora emoción de un mar embravecido donde los palafitos acomodaban el “cuerpo” ante los embates de las olas encrespadas de espuma, o el disfrute en las cálidas noches de verano del espectáculo que ofrecen las olas con sus fosforescencias, particularmente en los días de luna llena.

Luego otras viviendas fueron emergiendo entre los médanos; al principio sus pisos fueron de arena luego de maderas, ladrillos, pórtland. Los techos de los ranchitos de Aguas Dulces se construían de dos estilos: “a dos aguas” ó “piramidal”.

Los vientos del otoño, invierno y primavera sepultaban prácticamente a las casas de veraneo con la arena voladora de los médanos del entorno. A fines de primavera ya se las empezaba a desenterrar o descubrir para disfrutar de un nuevo verano.

En otra parte del relato, Don Eduardo Torres comentó que: “las construcciones eran un poco rústicas, no como las de ahora, los ranchos lo hacían mas o menos para que duraran un par de años. El primer año lo disfrutábamos lindo, al poco tiempo había que reformarlo”. Al respecto recordó una anécdota de las primeras décadas del siglo 20: “Hubieron grandes vividores o piratas que hacían ranchos en el verano para alquilar, al rancho de uno lo deshacían para poder alquilar las suyas pero eran peores que las viviendas de nosotros”.

Generalmente las cocinas se ubicaban debajo de un techado que continuaba a uno de los aleros del rancho, llamados también barandas; allí solían haber mesas, sillas, utilería de cocina, primus o braseros a carbón, luego se fueron incorporando cocinas a leña o la Volcán.

La mayoría de las primeras cachimbas, ubicadas en el frente de la vivienda, fueron hechas con barricas de madera; cuando se aterraban iban los “cachimberos” a sacarles la arena con una pala especial que tenía dos mangos largos de madera. Mientras que en el fondo del predio estaba el baño construido con los mismos materiales de la vivienda con su correspondiente letrina.

Luego se construyeron viviendas con otros tipos de materiales, los pioneros fueron los vecinos Miguel Riet Correa con un rancho de “adobe” y Plácido Terra edificó con madera.

En los capítulos anteriores nos referimos a las primeras viviendas y dentro de qué entorno fue que nació este balneario castillense. Al producirse un nucleamiento de pobladores hay diversas necesidades que atender y hoy nos referiremos a las actividades comerciales en los albores de Aguas Dulces.

La actividad comercial
El primer almacén fue el de Virgilio Olivera, según Antonia “Pocha” Faget es el pionero de esta actividad comercial, luego se instalaron Benito Amaral y Claudio Acosta. El primer hotel fue de Brian Gil Taylor que anexó además almacén y una cancha de taba.

Fueron comerciantes los vecinos Carlos Paz, José Diego, la sociedad Bernardo Ventura-Vicente Juaní. Miguel Araujo instaló el segundo hotel del balneario en las inmediaciones de lo que hoy es la Escuela, donde existía una cachimba que le abastecía de agua como también a numerosos vecinos. Luego lo vendió a los señores José Rondoni y Julio Rodino que tiempo después lo trasladaron a un lugar muy próximo al parque del Ministerio de Ganadería y Agricultura y Pesca, sobre la costa.

Debemos recordar el restorán y salón de baile de Avelino Rocha y la Terraza de Eduardo Torres que también era un local bailable. En el año 1952 el mar destruyó el local La Terraza, se construyó nuevamente, esta vez con dolmenit. Prosiguió realizando bailes familiares e infantiles a los sones de las guitarras, acordeón a piano y bandoneón, en este local no se cobraba la entrada y el negocio estaba en el consumo de la cantina. La Terraza dispuso de una radio a batería y esto concitó a muchos clientes por la atracción que significaba la radiodifusión en aquellas épocas, por ejemplo escuchando partidos de fútbol, radionovelas, musicales, noticias.

Existieron más centros de diversión y entre ellos podemos recordar a Eitel del Cerro y Artigas Ubal. En el año 1959 se construye y se inaugura la sede del Club Social de Aguas Dulces. Después surgió otro local bailable: “La Boca del Lobo” de Olivar Acosta. El día de su estreno llovió torrencialmente y se inundó totalmente, entre todos los vecinos la desagotaron y dio comienzo la diversión. La Boca del Lobo estuvo donde hoy funciona La Terraza.

La Escuela y el alumbrado público
Aguas Dulces creció y fue necesario de que hubiera una Escuela que atendiera a su población infantil y el de sus adyacencias, el dictado de clases comenzó el 10 de abril de 1963 en un garaje de la casa de veraneo de Luis Améndola, luego el centro educativo recorrió varios locales hasta que logró tener su propio edificio. En el año 1967 se inauguró la capilla de Aguas Dulces en un modesto local siendo el cura párroco el Padre Lauro Nogal.

El balneario siguió creciendo y centenares de viviendas de distintos materiales y diferentes formas emergían entre los médanos, acacias, pinos, caminitos y una avenida principal, denominada Gorlerito por muchos pobladores, hoy Cachimba y Faroles. A este núcleo poblado había que proporcionarle luz. Al respecto Rosmary Rocha Silva – hija del funcionario municipal Eugenio “Masarico” Rocha encargado entre otras tareas municipales, de encender los faroles de la única vía pública- recuerda: “El alumbrado fue idea de los Ediles de la Junta Local de Castillos, se hacía mediante faroles de mecha a queroseno, que disponían de una campana por encima para proteger lo máximo posible la llama encendida y estaban colocados estratégicamente en el centro del balneario, que era el entorno del Club de Aguas Dulces; se colocaban al atardecer y daba mucho trabajo mantenerlos encendidos particularmente los días de viento. Recuerdo las noches de luna con ese alumbrado, le daba una mística al balneario y era un deleite salir a pasear en las cálidas noches de verano. Esta experiencia duró poco tiempo, luego vino el alumbrado de energía eléctrica”.

Los naufragios
La costa atlántica uruguaya está marcada como uno de los doce cementerios diabólicos en el mundo según el investigador de naufragios Iván Sanderson. Varios centenares de barcos sucumbieron antes las aguas embravecidas del Atlántico y del Río de la Plata.

Aguas Dulces, obviamente no es ajena a estos tristes acontecimientos y numerosas son las embarcaciones de diversas nacionalidades, tipos y tamaños que cayeron para siempre desde la conquista española. Muchas otras sucumbieron en la soledad y un manto de misterio cubre dónde, cómo y cuándo claudicaron ante la fiereza del Atlántico; pero de otras se saben sus nombres, lugares, fechas, cargamentos, vidas humanas perdidas y salvadas.

En Aguas Dulces y sus zonas próximas aún se aprecian restos de algunas embarcaciones como mudos testigos de esas numerosas tragedias marítimas, a modo de ejemplo el bergantín holandés Júnior que cayó el 29 de junio de 1869. Con relación a esta embarcación el vecino Mario Ubal Olivera recordó que su abuelo Gabino Ubal Ortiz “remató el barco y lo explotó mientras el mar lo permitió, lo compró todo con mástiles incluidos. Con la madera construyó una pieza para los huéspedes y un galpón en el Rincón de los Olivera, pero quedó la parte de la quilla enterrada que es lo que aparece ahora quemada en la costa cerca de la casa que era de Gabito Barrios”.

El Arinos sucumbió el 9 de octubre de 1875, generador de numerosas leyendas con sus libras esterlinas que transportaba para subvencionar los gastos del ejército imperial brasileño en la triste guerra de la Triple Alianza, que junto a Argentina y Uruguay la emprendieron contra el pueblo hermano paraguayo. El vapor inglés Gainford encalló el 11 de septiembre de 1884, mientras que el 18 de marzo de 1891 le toco la misma suerte al patacho alemán Johamann ó Johanna y aseguran que se trata de la Juanita.

A muchos aguadulceños les hemos escuchado que frente a la Terraza y en otros lugares aparecen trozos de carbón de piedra o coke, son varias las embarcaciones que naufragaron con este tipo de cargamento, como ejemplos la barca italiana Filomena un 4 de agosto de 1868, mientras que en agosto de 1874 les tocó turno al bergantín inglés Willowbrae y el 25 de agosto de 1882 a la Luge María. Muchas veces hemos apreciado restos de tejas y se sabe que en las inmediaciones de Aguas Dulces encalló una barca francesa la Courier Des Mers el 19 de febrero de 1874 transportando estos elementos.

El Santa Elena
Existieron otras embarcaciones que dejaron algunas historias donde amigos castillenses estuvieron vinculados a través de diversas actividades. Por ejemplo el carguero argentino Santa Elena un 25 de enero de 1956 naufragó y quedó prácticamente sobre la costa, en las proximidades del Arinos. El mar fue socavando la arena donde estaba varada la embarcación y con el apoyo de fanfarrines dirigidos por el Capitán Castañola lograron que flotara nuevamente. En esta oportunidad estaban de visita en el barco dos vecinos del balneario de apellidos Ubal y Olivera, además estaban embarcados integrantes del Directorio del Banco de Seguros del Estado, los señores Grauert, Antonio Gabito Barrios y el Capitán Varela. Una vez rescatado el barco no les dio tiempo a desembarcar, pero sí lo hicieron en el puerto de La Paloma.

Con relación al Santa Elena, Carlos Julio Arrieche Ferrer comentó “Yo tenía un jeep con tracción en las cuatro ruedas y era el encargado de transportar la tripulación para cambiar la guardia de a bordo cuando no había costa. En una ocasión no tenía suficiente combustible pero había que llevar a los marineros, y bueno cuando llegamos al lugar del barco bajaron un bidón de queroseno, cargamos el tanque del jeep y a los tropezones regresé al balneario con la guardia que quedaba en tierra. La otra persona que transportaba la tripulación cuando había buena costa era Blanco Méndez Blanco, que tenía una cachila rodado 18”.

El Santa Elena traía un cargamento de hojas de yerba mate que fue trasladado a Aguas Dulces en un tractor zorra conducido por Juan Sáenz conocido como “Juan Grande” y depositado en las inmediaciones del Hotel Rondoni, en las proximidades de lo que es hoy el Beco de los Santos. Lo cargaron en un camión Borward de la empresa Miraglia y lo transportaron momentáneamente hasta el local que actualmente es la Escuela Técnica de Castillos. Ahí se efectuó el control aduanero a cargo del Receptor Octavio Pérez. Cumplida esta gestión primeramente se lo acarreó al puerto de Montevideo, luego se decidió llevarlo directamente a la Yerbatera y Molino Campeón.

El vapor de bandera nacional San Salvador zozobró el 11 de octubre de 1959 en las proximidades de donde estuviera el rescatado Santa Elena, en la ensenada hacia la Barra de Valizas, a este navío lo desarmaron y todo el material lo depositaron en las inmediaciones de lo que fuera el hotel Rondoni. Y de este barco Rubén Miraglia Visconti, empresario de transporte de carga, memorizó “A Paysandú llevé para el astillero el eje central que era de cromo níquel, era muy pesado y de mucho valor; este eje es el que agarra la hélice”.

El Héroe
El acontecimiento que mayor trascendencia marcó en nuestra comunidad y fuera de nuestras fronteras, fue la tragedia del carguero de bandera argentina Francisco Rocco con un cargamento de madera y con una tripulación de 16 hombres. Aquí tuvo una notable e inolvidable intervención un agente de 2ª de 30 años de edad Don Agosto Álvarez.

Era entre el 5 y 6 de octubre del año 1961 cuando la referida embarcación encalló en Aguas Dulces y el funcionario policial consciente del inminente riesgo de vida que enfrentaba la tripulación y desobedeciendo órdenes de sus superiores, se tira al mar embravecido y salva a todos luchando contra enormes olas y tablas que flotaban por doquier. Agosto Álvarez, nació y creció junto al mar y gran parte de su vida vivió de ella, por lo tanto sabía muy bien lo que era la fiereza del océano. Este acto lo convirtió en el Héroe de Aguas Dulces y reconocido internacionalmente por esta heroicidad recibió numerosas condecoraciones por su valentía y humanidad.

El ordenamiento territorial
Vecinos de Castillos y autoridades departamentales comprendieron la necesidad de efectuar un ordenamiento territorial del balneario Aguas Dulces, evitando que el núcleo poblado fuera creciendo desordenadamente, buscando además un marco legal a los bienes allí existentes. Ante ello, en diciembre de 1967 la Presidencia de la República resolvió que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca suscribiera con la Intendencia Municipal de Rocha un convenio para la regularización del balneario, con el fin de impedir la construcción de nuevas viviendas en predios fiscales, gestión impulsada por el Diputado Dr. Jesús Laborda Güimaraes en aquel período legislativo.
En el año 1972 se integra la Comisión Administradora de Aguas Dulces durante el gobierno departamental del Intendente Don Mario Amaral y han transcurrido a la fecha treinta años de trabajos por el balneario, desde aquella ocasión aún continúan formando parte de ella el Escribano Israel Uriarte y el Ingeniero Agrimensor César Quintana junto a vecinos que fueron sustituyendo a otros; esta Comisión trabajó en la redacción de la Ordenanza del Balneario Aguas Dulces con el fin de poner punto final a la anarquía edilicia.

En el año 1975 durante el gobierno cívico militar, la Junta de Vecinos de Rocha presidida por el castillense Hugo Lujambio aprueban la Ordenanza de urbanización de Aguas Dulces. El argumento fue que el núcleo poblado se estaba formando desordenadamente y sin sometimiento a ninguna limitante, agravado por la inexistencia de servicios esenciales como el agua potable, luz eléctrica y saneamiento, ésta última situación aún no se ha regularizado. La Ordenanza no descuidó la visión del crecimiento edilicio y el interés turístico, fomentó el desarrollo del lugar con fuentes de trabajo en la construcción y actividades anexas.

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