Rocha,
la vida natural
La Paloma, La Pedrera, Punta del Diablo, Cabo Polonio y la Barra
del Chuy son todas playas oceánicas y con buena oferta hotelera.
Lagunas, bosques y dunas completan un bello y agreste paisaje, ideal
para el descanso.
Rocha, otro de los departamentos turísticos
de Uruguay, se extiende a lo largo de 180 kilómetros de costa
oceánica, hasta el Chuy,
en la frontera con Brasil. De playas anchas y paisajes en los que
la naturaleza parece desbordarse, hay propuestas para todos los
gustos: desde solitarios pueblitos de pescadores hasta balnearios
con cine, casino y una fuerte infraestructura.
Las playas de Rocha se combinan con paisajes ricos
y diversos, desde humedales, lagunas y sierras hasta bañados
y dunas, algunas declaradas Monumento Natural, como las de Cabo
Polonio. Lugares para elegir entre unas vacaciones algo más
agitadas, como en La Paloma, y la posibilidad de aislarse del mundo.
En Rocha, el océano Atlántico ofrece
la oportunidad de luchar contra las olas en una tabla de surf, de
pescar corvinas, brótolas, tiburones, pejerreyes, o, quizá,
de juntar algas para hacer buñuelos. Y ser testigo de los
mejores atardeceres en el mar.
La
Paloma es el balneario más popular, quizá por
la variada propuesta de playas, a las que suma una buena cantidad
de casas y cabañas para alquilar, unos 14 hoteles y, para
la noche, cinco boliches. La Balconada es la más frecuentada
por los jóvenes y la elegida para aplaudir la puesta de sol.
Los Botes es una playa mansa en la que descansan los barcos de pescadores
y parece delineada para una caminata. El Cabito, por la tranquilidad,
es especial para niños y Solari, la elegida por los surfistas.
Algo más alejadas, La Aguada, Costa Azul y Antoniópolis
son playas más familiares.
La Paloma tiene movimiento de día y de noche,
bosques de pinos, un aire perfumado de sal. Sobre la Avenida Solari,
un casco céntrico con bares, restaurantes y tiendas. Muy
cerca está la Laguna de Rocha, un observatorio natural de
aves y, dependiendo del estado de la barra, un lugar de muy buena
pesca. Es parte del sistema que forman las lagunas de José
Ignacio, Garzón, Castillos, Negra y Merín. En 1976,
la Unesco la designó Reserva de Biosfera. Este es uno de
los pocos lugares de Uruguay donde habita el flamenco. Además,
hay formaciones como juncales y bosques ribereños.
Por la ruta 10, a la altura del km 264, se puede
contratar el servicio de 4x4 para ingresar a Cabo Polonio (único
medio). Luego de atravesar varias dunas móviles y bellísimas
playas, aparece el viejo pueblo de pescadores, el Faro del Cabo
Polonio y varios islotes rocosos que son el hábitat natural
de lobos marinos. Este es uno de los paseo de Rocha que nadie debería
dejar de hacer, y lo ideal es hacerlo desde la mañana temprano
para poder disfrutar todo el día de las playas y de un mar
limpio. También, para probar los sabores más típicos
y caseros. Aquí no hay electricidad, calles pavimentadas
ni autos. En el Cabo ofrecen cabañas rústicas, la
grandeza del océano y tranquilidad absoluta.
La
Pedrera, más escondida y exclusiva, se construyó
a lo largo de un cordón rocoso sobre el Atlántico.
Combina lo agreste de los bosques con la fuerza del océano
y algo de señorial, gracias a un conjunto de casas que comenzó
a levantarse a fines del siglo XIX. Aquí la costa se corta
en forma de acantilado y los bancos de plaza de la rambla se colocaron
para admirar el mar en toda su dimensión. Sobre una prolija
calle, con aire de pueblo, se distribuyen los mejores lugares para
comer —en La Pedrera la gastronomía es un rubro que
hay que tomar con respeto—, algunas tiendas, puestos de artesanías
y un club social que suele organizar fiestas y desfiles de Carnaval.
Las arenas amplias y firmes se despliegan a un lado
y otro de las rocas. Hacia La Paloma se extiende la Playa del Barco
—donde suele haber conciertos en vivo—, dominada por
el Chatay,
restos de un naufragio
de 1971. En dirección opuesta, la playa parece infinita.
A sólo un kilómetro, que se camina por la orilla del
mar, se pueden ver las barrancas de Punta Rubia, donde la playa
parece más solitaria aún. Allí empiezan a levantarse
algunas casas, casi todas diseñadas según los códigos
no escritos de La Pedrera.
Punta
del Diablo es casi un pueblo de pescadores, con un paisaje bello
y distinto que, sin embargo, no descuidó la infraestructura.
Cabañas, hoteles, campings y hasta un cibercafé y
una galería de arte dan cuenta, en parte, del Plan de Excelencia
de este balneario, que desde hace unos años viene mejorando
la oferta. De arquitectura informal, Punta del Diablo tiene un aire
rústico. En el extremo de la punta rocosa se agrupan los
puestos de artesanías, especialmente de vértebras
de tiburón.
Hacia el norte de Rocha, el Parque
Nacional Santa Teresa, 3 mil hectáreas verdes, con árboles
exóticos y nativos y excelentes playas, y la Barra
del Chuy, de extensas playas en las que todavía se consiguen
exquisitas almejas con escarbar, apenas, la arena. La oferta de
alojamiento es diversa, pero la mayor oferta es de casas y cabañas
para alquilar —los precios oscilan entre 7 y 30 dólares
por día— y buenos campings. |